5 cosas que aprendí de pequeños triatletas (Si las aplicáramos, cambiaríamos el mundo)

5 cosas que aprendí de pequeños triatletas (Si las aplicáramos, cambiaríamos el mundo)

Como les platiqué en el artículo pasado, dejar un trabajo estable y una larga carrera profesional para ser entrenadora ha sido una de las mejores experiencias de mi vida de la cual no me arrepiento en lo absoluto.

En el verano del 2015 organicé el primer “Curso de Verano de Triatlón Para Niños” y hoy quiero compartirles… no las 10 cosas más importantes que les enseñé; sino los 5 aprendizajes que ellos me dejaron a mí y que hacen que esta aventura valga la pena. 

1. Supera tus miedos

Uno de los ejercicios que les puse a los niños en la bici fue pasar por una especie de sube y baja de madera. Cuando se los propuse, más de la mitad gritó:

¡Nooooo! ¡Qué miedo!

Pero al ver los pequeños que algunos de los más grandes lo intentaron y decían: “¡está padrísimo!”, se atrevieron a considerarlo y poco a poco se fueron animando a intentarlo. Cuando el grupo que lo había logrado fue creciendo, a los que tenían miedo no les quedó más remedio que sumarse al equipo de los que superan sus miedos y se atreven a lograrlo.

Al final, todos lo hicieron y querían quedarse ahí toda la mañana. 

Aprendizaje: Nuestros miedos se pueden convertir en nuestros mejores momentos cuando decidimos superarlos.

2. Ayuda al vecino

Recibo a pequeños entre 7 y 15 años y una de las escenas que más me conmovió fue cuando los puse a hacer bajadas en el pasto sobre la bici para que aprendieran a hacerlas con pies paralelos y levantándose del asiento.

En una de esas, uno de los más grandecitos se cae y se da un santo ranazo.

De pronto, escuché una vocecita de uno de los más pequeños que gritaba: “No te preocupes amigo… ¡ahí voy a rescatarte!” y llegó a toda velocidad en su bici de Superman (casi con rueditas) a levantar a su amigo que le duplicaba el tamaño.

 ¡Bien hecho Superman!

3. Sé compartido 

Tiro por viaje siempre alguien olvidaba algo; ya sea el casco, traje de baño, “goggles”, lunch, etc. Y en el curso, a diferencia del mundo de los grandes, ninguno se hacía pato para no ayudar. Siempre había alguien que gritaba:

“¡Yo le puedo dar de mi lunch!”

o

“Yo vivo cerca y puedo ir por un casco para prestárselo.” 

Qué lindo sería si de grandes siguiéramos levantando la mano para compartir con los demás… 

4. Sé un guerrero

Ésta es de mis favoritas…

Diario iniciaba con una charla de 20 minutos sobre diferentes temas y agregaba videos ilustrativos que les permitieran comprenderlos. Por ejemplo, en una ocasión hablábamos de la importancia de una buena alimentación e hidratación y les mostré el famoso video en donde dos competidoras de Ironman llegan a la meta gateando porque el cuerpo no les daba para más.

 El último día, iban a hacer su primer triatlón; así que les hablé de la importancia de ser un guerrero.

 Al preguntar: “¿Qué es para ustedes un guerrero?”.

Una voz me contestó: “Alguien que usa un escudo y una espada”.

A lo que contesté: “Qué bueno que dices eso porque justamente les voy a platicar que un guerrero no necesariamente usa un escudo y una espada. Un guerrero es alguien que no se rinde, que lucha hasta el final y persigue sus sueños. Así que hoy quiero que se comporten como guerreros y su misión es cruzar la meta a como dé lugar. Si se caen, no importa que lloren, no es malo llorar; pero si están bien, se levantan, se sacuden, se limpian las lágrimas y continúan.”

Y pasó lo que tenía que pasar… 

En plena competencia una de las niñas se cayó en el retorno y se puso a llorar; entonces uno de los chicos de mi staff le dijo que me iban a llamar para avisarme y la respuesta que ella dio fue:

Porfa no le digas a Andy porque si sabe que me lastimé no me va a dejar continuar y yo tengo una misión: cruzar la meta y terminar a como dé lugar; y lo voy a hacer.”

WOW!

5. Trabaja en equipo 

Este último es para los papás.

Organizar un mini triatlón (por más mini que sea) requiere de la ayuda de varias personas. Unos deben estar en la zona de natación, otros en transición, otros en la ruta de bici y otros en la carrera a pie; así que sabía que si quería hacerlo bien necesitaba la ayuda de los papás.

El triatlón lo organicé un viernes, último día del curso en horas laborales; así que al preguntar la opinión de varias personas me decían: “No esperes mucho de los papás, quizá te confirmen 2 o 3 pero lo más seguro es que no vayan.”

No me importó y decidí mandar la convocatoria a todos solicitando su ayuda y comentándoles la importancia para los niños de verlos ahí apoyándolos.

Para mi grata sorpresa, llegaron casi 30 papás, hermanos y abuelas voluntarias que decidieron ir en un viernes laboral a ayudar. Al estar reunidos les agradecí y les expliqué la importancia de su presencia tanto en la logística como en el aspecto emocional de sus hijos.

Sin embargo, les comenté que desafortunadamente debía asignar puestos de los cuales no se podrían mover y lo más seguro es que se perdieran la llegada a la meta de sus hijos.

¿Cuál fue mi otra sorpresa?

Una vez terminado el evento, ningún papá se había movido de su lugar; todos le habían aplaudido a todos los niños sin importar que no fueran los suyos.

El aprendizaje fue: todos queremos ayudar, sólo que en ocasiones no sabemos cómo.

Me quedo con esto último y aprovecho para invitarte a que, desde tu trinchera y área de “expertise”, promuevas y te decidas a hacer la diferencia.

Este curso de verano no se trató de correr más rápido, ni de ser el más diestro en la bici, ni de tener la mejor técnica de nado. Este curso se trató de superar sus miedos, de ayudar al vecino, de ser compartido, de creer que pueden lograr lo que sea que se propongan en la vida.

Se trató de sacar a ese guerrero que todos llevamos dentro, de pensar como guerrero, de actuar como guerrero, de ¡ser un guerrero!

Desde ese año cada verano hago realidad uno de mis sueños de poder sembrar en niños, a través del deporte, una pequeña semilla de que con decisión, perseverancia y esfuerzo constante pueden alcanzar todas sus metas.

En mi caso particular... para qué tener 1 o 2 hijos si puedo tener cientos en quienes puedo sembrar pequeñas semillas para sacar a ese guerrero que todos llevamos dentro.

¿Qué sigue?

Me encantaría poder replicar este modelo para llegar a varios rincones del país. Quiero abrir escuelas de triatlón a nivel nacional en todos los niveles.

En pocas palabras: me encantaría que juntáramos esfuerzos para mover a México.

Sé que es un sueño, pero si no empezamos imaginándolo como yo lo hice a mis 13 años, hoy no estaría platicándote la maravillosa experiencia que fue convertirme ese verano en "maestra de educación física".

Escrito por la entrenadora de niños y adultos Lic. Andrea Ortíz

Escríbeme a andrea@stamina.training o via Whatsapp +521-55-8534-0073.

Ellos ya dieron su primer paso, hoy es el momento de dar el tuyo. ¡Contáctame!

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